Durante muchos años esta localidad fue como el fin de la carretera, pero hubo dos hechos que la potenciaron: la construcción del puente sobre el río Petrohué y la pavimentación del camino desde Ensenada. También fueron hitos importantes: el Hotel Ralún, establecimiento de primera calidad construido por la empresa COPEC y la construcción de la central hidroeléctrica de Canutillar.
En estos últimos años y aprovechando la habilitación en el año 2005 del camino cornisa que bordea el lado sur del estuario hasta Hornopirén, se ha notado una mayor afluencia de viajeros que aprovechan de llegar a la zona de Cochamó, al río Puelo, Lago Tagua Tagua y su valle interior y la comuna de Hualaihué.
 
 
  Esta localidad es famosa por ser el lugar que se empleó para comunicar Chiloé con las ciudades del norte, luego de la gran rebelión de los indios el año 1.600.
La búsqueda de la Ciudad de los Césares y la evangelización de los indios poyas y puelches, impulsaron a exploradores y misioneros a arriesgados viajes. Los jesuitas instalados en Chiloé iniciaron la búsqueda del camino de Vuriloche durante el siglo XVIII con el fin de fundar misiones en la región del lago Nahuelhuapi. Este paso, al sur del volcán Tronador, evitaba los riesgos de la ruta de las lagunas que requería cruzar la laguna Cayutúe y el lago Todos los Santos. De esta época surgen los nombres del capitán Juan Fernández (1620), y de los padres Nicolás Mascardi, fundador en 1670 de la misión de Nahuelhuapi, y Felipe de la Laguna. Finalmente el padre jesuita Guell no encontró el camino de Vuriloche, hasta que en 1900 fue redescubierto por el capitán chileno Arturo Barrios. En el siglo XIX, fue reabierto el paso Vicente Pérez Rosales, iniciándose un tráfico permanente con Nahuelhuapi.