YATES, 2134 METROS, O QUIZÁS 2411 METROS

El bello perfil de este volcán apagado se destaca sobre el golfo de Reloncaví y su nombre recuerda a un hábil marinero, verdadero lobo de mar, quien ya se había encontrado con Fitz Roy en el año 1835 y que luego ayudaría al Almirante Simpson en la exploración de los canales. Pero poco se sabía de él antes de que en el año 1915 arribara a estos lugares Federico Reichert, acompañado por Guillermo Wagner. Habían partido desde la bahía de Cayutué, trasladándose a caballo a Cochamó. Para llegar a los pies del volcán es necesario desde aquí seguir el curso del río unos 50 kilómetros y para esto ellos se hicieron llevar con una lancha conducida por dos fuertes remeros hasta las "Llanuras del Yates". Un joven del lugar, un tal José Guerrero, se ofreció a acompañarlos y así partieron los tres. La montaña presenta dos cimas distantes entre ellas un kilómetro aproximadamente. La cima Norte, 20 metros más elevada pero más fácil de lograr, había sido alcanzada en el año 1845 por un habitante de la isla de Huar, Basilio Alvarado, junto a algunos compañeros. No conocía por cierto la piqueta y se dice que para llegar a la cumbre tuvo que tallar peldaños en el hielo con un hacha pequeña. En el año 1871 Manuel Telles de Puerto Montt, quien acompañaba al botánico Carlos Julliet en la travesía hacia estos volcanes, intentó repetir el ascenso pero se detuvo bajo la cumbre.
Reichert considera justamente al Yates como "el pilar septentrional de la cordillera patagónica occidental". En su expedición se dirigió hacia la cima Sur, más cubierta de hielo y difícil, coronada de torres de roca rota. Con sus dos compañeros remontaron el rápido curso del Río Blanco que desciende por el glaciar superando barrancas de basalto con cascadas y luego una rípida pared de granito donde fue necesario el auxilio de sogas. Circundaron las montañas y llegaron al glaciar casi llano que desciende hacia el Sur. Para alcanzar la cumbre, luego de que Wagner se detuvo, Reichert debió escalar con el valiente Guerrero una cresta final de rocas extremadamente podridas y peligrosas: llegaron a la cumbre el 3 de febrero de 1915. El descenso fue efectuado a lo largo de la "cresta perversamente frágil y empinada, a la que llamé Cresta del Diablo", con un "viaje azaroso y acrobático". También el resto del descenso fue laborioso, dado que Guerrero, víctima de una fuerte conjuntivitis debida a la reverberación de la nieve, tuvo que ser acompañado nuevamente a su choza, atado a la soga y con los ojos vendados.
El ascenso fue repetido en el año 1939 por F. Kostner y sus compañeros y más tarde en el año 1952 por E. Vicens y sus compañeros.
La Cresta del Diablo hoy ya no existe porque se derrumbó durante el desastroso terremoto del año 1960. Lo constató un sobrino nieto de Reichert, Eric Meinardus, quien en febrero de 1994 repitió el itinerario abierto por su tío abuelo. El alcance de la cumbre presentó sin embargo un trecho comprometedor y fue necesario circundarla hacia el Oeste para encontrar un pasaje entre el laberinto de grietas.
Las dos cimas, Norte y Sur, se encuentran comunicadas por una cresta aguzada con cornisas y hacia el Este precipita un glaciar. Meinardus considera que el cráter principal tendría que estar situado sobre el lado Este y que la estrecha y rípida cresta existente entre las dos cimas representa los restos de su borde.
Actualmente el acceso más cómodo al Yates se encuentra al Sur, partiendo desde la Carretera Austral, desde donde en 6 ó7 horas de camino por un sendero difícil de encontrar en la selva, pasando cerca del lago Pinta Concha, se llega al Parque Nacional Hornopirén, que comprende además del volcán homónimo también al Yates, al Volcán Hualique, 1670 metros, más hacia el Oeste, y al Apagado, 1210 metros, más hacia el Este.

Trabajo de Silvia Metzelin y Gino Buscaini
publicado en el sitio www.tecpetrol.com , empresa de exploración y producción de petróleo y gas y transporte y distribución de gas y electricidad.